Carlos Fuentes. Editorial Alianza Cien. 62 páginas
No es común encontrar obras escritas enteramente en segunda persona dentro de la literatura latinoamericana y quizá eso sea lo primero que llama la atención de esta breve novela del autor panameño de origen mexicano Carlos Fuentes. Lejos de sentirse agresiva, esta inusual técnica envuelve al lector, transformado automáticamente en protagonista, en la línea de inesperados acontecimientos que están por desenvolverse.
Escrita en 1962, Aura exhibe un estilo moderno que se apoya por momentos en el uso de líneas en francés para enriquecer la complicada historia. El autor –ganador del Premio Cervantes de 1987– combina con maestría símbolos y elementos propios de Hispanoamérica: las viejas casas del centro de las virreinales ciudades, las tantas historias familiares que sólo cambian de nombre y apellido, que encierran en su memoria el pasado de nuestros países.
Podría decirse que el tema central es el amor. Las tantas formas que este sentimiento toma dan lugar a cientos de miles de obras que versan en torno a él. No obstante, las que guardamos son aquellas que lo encaran de maneras insólitas, que van desde lo humano hasta lo divino, y todo lo que se desfigura en el medio.
También podría decirse que el tema es lo erótico y lo sexual, excusas perfectas para que el protagonista y el lector terminen de involucrarse por completo con esta historia que de a pocos va tiñéndose de oscuros colores.
Finalmente, el tema podría ser el suspenso, como pieza clave para no levantar la mirada a través de las sesenta páginas de esta obra. Giros insospechados que se dan desde diferentes ángulos rompen la linealidad que podría esperarse de una historia de amor tan corta.
Lo inimaginable, lo perverso y lo mágico conviven en el desarrollo de esta expresiva novela; pero lejos de una convivencia armoniosa, se trata de una coexistencia perfecta.