Franz Kafka. Alianza Editorial, 102 páginas.
Gregorio Samsa amanece un día, repentina e inadvertidamente, convertido en enorme insecto. Una especie de gran y repulsivo escarabajo o ciempiés y, en cualquier caso, en un ser despreciable. El comienzo de la obra es una de las más memorables y recordadas de la literatura:
“Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras
un sueño intranquilo, encontróse en su cama
convertido en un monstruoso insecto…”
Gregorio no podía moverse ni salir de su habitación y mucho menos ir a trabajar. Sus padres y su hermana Greta quedan espantados y con el transcurrir del tiempo y ante los hechos, literalmente, trastornados en todo sentido. Lo mismo sucede con sus compañeros de trabajo, quienes van a visitarlo para ver qué sucede.
Solo Greta lo asiste, le conversa y lo alienta, aunque sin mayor esperanza. Los padres, en cambio, le huyen y hasta le hacen daño, al extremo de que Gregorio, en su soledad y sintiéndose despreciado por los llamados a amarlo y a darle ternura, muere de inanición, triste, dolorosamente abandonado. Para los padres, Gregorio era el sostén del hogar y su abrupta transformación les cambió la vida; por eso su rencor.
Kafka, un magnífico y reconocido escritor (aquel que ahora disfrutamos porque el amigo que tuvo en su poder su obra completa no la destruyó sino, contrariando esa decisión del autor, la hizo pública para trascender en el tiempo), nos ha querido transmitir con este ícono de la creación literaria el resentimiento humano después del desprecio que manifiesta el ser amado (Gregorio respecto de sus padres); la omisión voluntaria de la ternura (los padres respecto de Gregorio); la inmensa soledad de quien se sabe distinto, excluido, al extremo de desear y pedir su propia muerte, hasta conseguirla.